Bedřich Smetana: Má Vlast Moldau
Ahí estás una vez más, sentado frente a mí, ¿buscando qué? ¿Inspiración? ¿Algo que merezca la pena contar? ¿Algo que merezca la pena ser recordado? Ja!, no sé si me dais risa, o pena. Hubo un tiempo en que estuve muy enojado con todos vosotros, pero empiezo a sentirme cansado. Los posos del tiempo, especialmente los que habéis ido arrojándome, me pesan ya demasiado. He oído que vuestros dirigentes se reúnen en París estos días, la cumbre del clima la llaman, pero no confío en ellos…Aún recuerdo el sonido de las bombas, acabé teñido de vuestra sangre, y cada día me siento menos yo. Añoro los viejos tiempos, cuando no teníais tanto poder, cuando os sentíais parte y no dueños de la naturaleza.
Pero todo aquello pasó…Os conozco demasiado bien, no podéis engañarme. Conocí a todos vuestros ancestros, hace ya tanto tiempo… De hecho los alimenté, los lavé, sacié su sed, incluso fue en mí dónde por primera vez reconocieron sus rostros. Debo reconocer que eso fue divertido, nunca olvidaré sus caras, sus reacciones, como me tocaban, se marchaban, y regresaban una y otra vez hasta que por fin lo entendían.
Os habéis aprovechado de mí todo este tiempo, nunca me importó, al contrario, siempre es agradable cumplir con un objetivo en la vida, y la mía es larga, muy larga, créeme. Aunque también debo reconocer que teneros a mi lado me ha dado algunas satisfacciones. Antes más, la verdad, cuando venían los más pequeños a bañarse, con su inocente alegría, cuando me enteraba de casi todos los chismes de mano de las lavanderas… ay, que recuerdos… o cuando artistas callejeros interpretan a mi amado Bedrich, les adoro… aunque debo reconocer que nunca olvidaré aquél día de agosto. Fue hace 13 inviernos, la Orquesta filarmónica de Praga lo interpretaba en el palacio de la opera, y yo le tenía especial cariño al director, lo conocía desde niño, siempre venía a hacerme compañía. Un día casi se ahoga… pero esa es otra historia. El caso es que no pude evitarlo y me acerqué hasta allí para escucharlo, pero resulta que cuando estaba a sus puertas, y con varias horas de antelación, van y suspenden el concierto. Bueno, esos días se canceló prácticamente todo. Ahora me siento un poco avergonzado, lo cierto es que la lié. Pero es que yo soy así, generalmente muy calmado y tranquilo, pero a veces me sale la vena del norte y puedo resultar un poco impulsivo, hasta salvaje. De hecho… mi nombre original, el que me pusieron los primeros que me conocieron fue “Wilt ahwa”, es decir agua salvaje. Ya sabían aquellos ya… Ja, ja.
¿Ya te vas? Si vuelves mañana te contaré la historia del puente Carlos, pero no la que esos charlatanes cuentan a los turistas, sino cada entresijo de aquellos quienes lo construyeron. Tengo miles, millones de historias que contar, y no solo de esta ciudad, sino de los 430 kilómetros que recorro cada día incansable desde la casa de mi madre, la bella selva de Bohemia hasta la de mi hermana Elba.
Iñigo Eguren.
11 diciembre 2015
***
SMETANA MOLDAVA
Soy el viejo Moldava, mis aguas llegan unidas a
las de mi hermano Elba al mar del Norte.
Llegan
como el caminar de un anciano, fluyen, como escribió Julio César, “incredibile
lenitate”, con tan increíble lentitud que los ojos no pueden apreciar hacia
donde discurren.
César
no llego hasta aquí, pero en el fondo de mis aguas reposan las legiones de Roma
vencidas en mi orilla.
Estas
orillas que han visto a los drakars vikingos remontar mis aguas y bajar desde
los bosques de Bohemia los gruesos troncos con que se levantaron ciudades,
hasta ellas llegaban el tañir de las campanas y el bullicio de los mercados.
Ansío
llegar a Praga y saltar los azudes que me hacen cantar como un arroyo y sentir
como sus puentes peinan mis ondas.
TSB 11/11/2015.
Bedřich Smetana: Má Vlast
Moldau (Vltava) [City of Prague Philharmonic Orchestra]
DVORAK OP. 72, Nº 10.
Camina
al lado del carro, cuando las ruedas se atascan apoya el hombro derecho y lo empuja
con su único brazo.
Ya
es de noche, los días son tan cortos ahora.
A
lo lejos sobre los charcos se refleja, amarilla, la luz de una ventana. Conforme
se acerca comienza a oír la música, violines; pega la cara al cristal empañado
por el calor de adentro: hombres y mujeres ríen, bailan; sobre una tarima unos gitanos
tocan.
Durante
un rato sigue la melodía balanceando la cabeza, murmura para sí: “Las danzas
eslavas”, se sube el cuello de la chaqueta y golpea el anca del caballejo,
repite, ahora más alto: ”Las danzas eslavas… Arre, queda mucho hasta casa”.
Mientras
se aleja, la manga vacía de su chaqueta flota tras él y siente las yemas de sus
dedos inexistentes moviéndose sobre las cuerdas.
Por
el camino se diluye el tintineo de las marmitas vacías.
TSB 30/10/2015
*****
Shoji Sayaka Plays Dvořák : Slavonic Dance No.10
Ejercicio de
escritura automática: Shoji Sayaka Plays Dvořák : Slavonic Dance No.10
Era uno de sus días favoritos. Frío y soleado.
Olaf, atravesó el jardín y se sentó en su lugar acostumbrado. Tu frutal de
versos, pensó nostálgico.
Mientras la melancolía lo inundaba todo, la
luz se abría paso entre las pocas hojas que el gigante centenario aún
conservaba. Como queriendo acariciarlo, como queriendo mostrarle algo, un haz de luz remarcaba los vivos
colores de las hojas muertas que cubrían el verano ahí olvidado.
A pesar
de su edad, los sentidos de Olaf seguían intactos. Su respiración se hizo leve,
profunda, y la fría mañana le penetró
lentamente relajando cada facción de su rostro, abriéndose paso por su garganta
e inundando su atormentada alma, congelando, por al menos un instante, su dolor
ahí instalado. Mientras observaba las
húmedas partículas que parecían bailar flotando libres en el potente haz de luz,
el violín, aquél violín, volvió a visitarle, marcando el compás como invitándole
a entrar. Rindiéndose, bajó los parpados y se dejó llevar cual mota de polvo, a
través del haz de luz.
Olaf y Aneta se deslizaban por el atestado
salón como si estuvieran solos. La música los acompañaba y ahogaba los
comentarios de sus invitados, que cautivados por la frescura y honestidad de
sus miradas, podían casi respirar la paz
y la plenitud que aquellos rostros enamorados emanaban.
Apenas
tenían 20 años. Aneta, cariñoso
diminutivo de Anna, acababa de regresar de Viena, tras convencer a sus padres
de su deseo de contraer matrimonio con Olaf antes de que éste marchase al
frente.
Quizá fue el azar, quizá fue su amor el que le
hizo salir indemne de las más cruentas y absurdas batallas en las que
participó, quizá ese era simplemente su destino, regresar a casa conservando la
vida y los recuerdos de aquél baile el día de su boda un frío y soleado día de
otoño. Regresar a aquella casa que atesoraba tantos planes de futuro no
vividos. Aneta lo había esperado acompañándole en las trincheras con las poesías que cada día escribía bajo un haya,
hasta que durante el despiadado invierno
de 1917 una maldita tuberculosis sesgó su último verso.
Sesenta años después, Olaf y Aneta se
abrazaron de nuevo y rehicieron sus planes en un brillante, fugaz y eterno haz
de luz.
Iñigo
Eguren.
22/11/2015
***
MOLDAVA:
Ejercicios Descriptivo y Narrativo
Amanece y una
ligera luz se expande por el cielo, se refleja en el agua. Mientras majestuoso,
el río avanza lentamente entre el verdor de los campos difuminados aun por una
bruma, que se enreda entre los árboles, deslizándose hasta acaricia el agua.
El río Moldava se despereza
voluptuoso, sobre su tranquila superficie
se reflejan los colores del nuevo día, que resbalan desde las nubes,
combinando el rosa con el amarillo, el naranja, el violeta, el azul … y se
mezclan bailando sobre las aguas con la brisa de la mañana.
Las gaviotas surcan
el cielo, giran, se acercan, suben y se
alejan planeando en ese doble espacio donde el nítido dibujo del cielo, se
difumina sobre la superficie del Moldava, que destella mil brillos a su paso
por la ciudad.
En un discurrir
pacifico, armonioso y bellísimo, el río baña los muros de Praga, lame los
puentes, acaricia las barcas que se deslizan por sus aguas tranquilas, llenando
de vida la ciudad.
Una luz cegadora le
despierta, sus pupilas se agitan intranquilas
el silencio le
asusta
late su corazón con
fuerza y vanamente sus manos buscan un refugio
husmea en el aire
rastreando un olor conocido
y siente impotente el
sabor del miedo
Los sentidos se
afanan en la búsqueda.
No sabe donde está
y el vacío le asusta, la soledad le invade
El tiempo se hace
eterno y busca con desespero
Finalmente sus ojos
la descubren y la silueta de una mujer llena el vacío
“Mi niño querido… ¡por
fin te has despertado!” y escuchar la palabra calma su desaliento
el calor de las
manos le protege
y el olor de aquel
cuerpo le sosiega.
Busca ansioso
el pecho generoso
que calmará su angustia.
EJERCICIO DE SINESTESIA ( AUDIO ) - DVORAK
MIRADAS FURTIVAS
Luces y sombras en la sala de exposición. Vitrinas de cristal. Esculturas de marfil. Susurros inquietantes que se balancean de un lado para otro dentro de mi cabeza. Una y otra vez. Van y vienen. Y como si de dos ráfagas de viento se tratase, nuestras miradas se encontraron por primera vez.
Yo te sonreí. Tu a mi también. Bajaste un poco la mirada y me sonrojé. En el reflejo de un espejo me cautivaste con tu presencia. Yo te deseaba. Tu a mí, no lo sé. Te diste la vuelta. Te busqué pero no te encontré. Mis ojos corrían de un lado para otro como aquel que pierde el último tren.
Tristeza, nostalgia. Mis párpados sucumbieron a tu ausencia y así los cerré. Vueltas y más vueltas en busca del tesoro que esa tarde admiré.
Vitrinas de cristal. Esculturas de marfil. Por un instante, por un suspiro te atrapé o tú a mí, quién sabe qué. Nuestros ojos volvieron a encontrarse. Sorpresa, ilusión. Miradas azarosas ruborizándose, bailando al son de un vals vienés.
Giré una y otra vez pero te volví a perder. Nerviosa, ansiosa, como si fuera la primera vez. Destellos de luz. Estrellas del anochecer. Nuestras retinas chispearon. Nuestras miradas se encontraron por enésima vez.
Neli
EJERCICIO DE SINESTESIA (AUDIO) EL MOLDAVA de SMETANA
EL MOLDAVA
Naciste de la madre tierra. Gota a gota hasta ser un hilo transparente, vivo, alegre. Asombrado y jubiloso saliste a la luz. Eras pequeño pero muy curioso y juguetón.
Recorriendo montes salvajes, bosques y praderas llenas de vida, salpicados de lujuriosos verdes y rojos, llamativos ocres y dorados, impasivos morados y azules. Así observabas atento cuando la extensa paleta de colores se ponía a tu alcance gracias a la sonrisa luminosa de los rayos del sol.
Como el rocío de la lluvia, húmedo y serpenteante te fuiste haciendo mayor. Dando saltos, realizando acrobacias entre riscos y rocas, agrestes acantilados, sinuosos meandros. Acariciando como gentil amante los cantos rodados de tu abrupta silueta.
Te convertiste en un remanso de paz. Habías madurado y tu sosiego interior abrazaba la naturaleza salvaje que a tu paso hacía reverencias.
Pequeños pueblos misteriosos, bellas ciudades coronadas de mil tapices. Fragancias terrenales que a tu llegada saludaban.
Te hiciste majestuoso, omnipresente en mi retina. Tus matices vivos y translúcidos del primer momento se habían convertido en grises ceniza, azules apagados, verdes marchitos. Tu andar ya era lento, propio del paso del tiempo. Y en un profundo encuentro te entregaste sin alma combativa a tu amigo el mar. Te esperaba sereno, paciente, con los brazos abiertos, como quién espera el beso del viento cuando sabe a sal.
Neli
SMETANA
"Entonces hallándose sentados a la mesa el cura y el barbero, a pie Sancho, sirvioles el vino.
DVORAK- Slavonic Dances nº 10
"Entonces hallándose sentados a la mesa el cura y el barbero, a pie Sancho, sirvioles el vino.
- Sábete, Sancho- el cura comienza con ademanes de grandilocuente sermón-; que de las profundidades, de la negra escuridad enraiza. A veces desde la cima brota donde su visión es amplía. Otras algunas a medía altura, mezclando tripas y alma. Por su fluir todo el fondo arrastra. Lo que dentro ha de caerle, voltea y maltrata fasta facérelo guijas con lo que su fuerza agrava. Desniveles aprovecha para más priesa se dar y si topa con obstáculos- dióles descanso el cura para coger aire y santiguose-; furibunda o asimesmo con facilidad los devasta. Puede desaparecer sosegándose en el barro o asemejarse dormida y contrahacer buscando caminos para seguir pues nunca, NUNCA, detenerse ha. Y ¿ no consideras, Sancho, suficientes las borrascas naturales, como para que tú ,INCONSCIENTE, riegesla más? Y ansí el demonio la desborde. Y en aquestas condiciones no hay ojos que miren- y metióle en los mesmos del Sancho un par de dedos-; ni orejas que escuchen- tirole agora fuertemente de una-; ni caballeros que os salven- gritó descabalgándose de la silla-; ahí- elevando la cabeza al cielo-; sólo quedanos rezar."
CAPITULO XIII: que trata del donoso discurso sobre LA LOCURA que hizoles a Sancho y al barbero el señor cura.
Texto extraído del Quijote Apócrifo.
Apócrifa: AINHOA MANEIRO
***DVORAK- Slavonic Dances nº 10
Había sido programada para casarse. Pertenecía a la alta burguesía de finales del XIX. Su padre, un empresario tintorero, regentaba amistades de la alta sociedad catalana del momento. Fue nombrado Presidente del Círculo de Emprendedores y por su inestimable labor la Corona le concedió el título de Barón. Él se sentía con la suficiente autoridad para decidir a quién entregaría en matrimonio a Teresa, su única y amada hija. Llegó el día señalado. Los invitados llenaban la improvisada capilla colindante con la gran mansión. Cuando el oficiante solicitó el “sí quiero” de la novia hacia Rodolfo, el candidato seleccionado por su padre, Teresa salió corriendo en estampida hasta llegar al estanque. El agua le servía de espejo para mostrarle una figura –la suya- desencajada, hasta el punto de no reconocerse. Estaba perdiendo el control y por momentos se dibujaban en su mente algunas escenas trágicas. Oía gritos de tumulto que la llamaban, que le pedían que regresara, que no cometiera ninguna atrocidad. Al ir a lanzarse sobre la cascada del estanque, una voz diferente, distinta, que sobresalía por encima de las demás, la paralizó. Se giró y su mirada buscó aquella voz que le resultaba tan querida y tan familiar. Era él, Claudio. El lechero. Su amante clandestino, que cada día la visitaba sin levantar sospechas. Corrió hacia él. Lloraba y gemía pidiéndole que la rodeara entre sus brazos y la apretara sobre sus pechos. Repitiendo una vez y otra, “quiéreme, quiéreme siempre”, necesito oler tu amor, saborearlo, necesito escucharlo y tocarlo. Quiero penetrar en él y vivir siempre dentro de él. Cerremos los ojos y volemos lejos, juntos, los dos, juntos por los días de los días……………………………………………
luken.luciano***
Smetana: El Moldava
La selva de Bohemia es mi cuna
En el silencio de la noche, como un rumor
Sigo hablando
Desde muy lejos vienen mis palabras mudas
Muy atrás brotó mi primera gota.
La que guarda los secretos que llevo en este viaje
Mis aguas han saciado sueños.
En mí están los recuerdos de tiempos pasados
Hice nacer a los árboles.
A veces soy tierno y bondadoso
Doy de beber al ganado y
A gente en busca de reposo
He cruzado bosques
Me acompañan vientos y calma.
Cielos azules y borrascas
A mi vera se han creado ciudades
Pueblos y aldeas
Soy navegable.
Sobre mis hombros llevo los puentes
Carlos el de más fama
El que encadena dos ciudades.
El que de amor habla
Yo soy el río que baja por hondas quebradas
Por pueblos olvidados
Que da la sabia a los campos fértiles
Y hace crecer a los árboles verdes
Mi meta llega hasta el mar
Y aquí punto y final.
………………………………………………………………………………………………………………………….
luken.luciano
***
Esplendor en el río.
Todos pidieron su cabeza. René estaba convencido de haber realizado bien su trabajo. Los que formaban el grupo le habían entendido. Llevaba meses preparándolo. En su cabeza, René dibujaba la escena. Una noche fría y estrellada. Un remanso del río que forma una dársena. Los amigos retozando en el agua. No podía fallar. Era el plan perfecto. Bañarse juntos, desnudos en aquellas aguas heladas. No calculó que los acontecimientos iban a ser diferentes a sus planes. Anabel la más impaciente del equipo, se tiró al agua y gritó un “Do de Pecho” ¡se me han quedado congeladas! ¿ congeladas qué? -Preguntó René-Qué va a ser: “las manos”- respondió Anabel. Comenzó a golpearlas una contra otra. René, lentamente, se acercó y le ofreció su parte más preciada. Las manos de Anabel rozaron levemente aquella figura y comenzaron a recuperar su estado natural. Ambos emitían gemidos de placer. Aquí se formó la debacle. Los demás miembros del grupo se lanzaron al agua a imitar e incluso superar la escenificación de René y Anabel. Aquello se convirtió en una verdadera orgía. Allí perdieron los miedos, las vergüenzas y algunos emblemas. Nunca olvidarían aquella noche.
Al quinto día, el rumor estaba en la calle. La situación era muy nociva para Anabel. Tenía que dar explicaciones en su empresa ya que ocupaba un cargo público. No pudo soportar la presión. Decidió culpar de lo sucedido a René. Le acusó de tenerlo todo planeado y convenció al grupo para pedir su cabeza. Todos la apoyaron. René fue despedido. Pasado un tiempo, cuando pasaba cerca de aquél río, no podía evitar mirarse sus bajeras y repetirse una y otra vez ¡ves lo que hiciste por cambiar la posición!.....mientras dibujaba en su cara una sonrisa picarona.
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luken.luciano
***
DVORAK- Música eslava
Quedaban pocos días para que acabasen las vacaciones de verano de 1968 y pronto daría comienzo el curso de Preu. Aquella tarde Joserra y su cuadrilla bajaron del monte Ulía y llegaron a “la campa”, que era un solar con hierba y arbolado. En su zona de acceso ubicada más cerca de la carretera está actualmente el Restaurante Saltxipi. La parte sobre la que actualmente está construido el polideportivo de Manteo quedaba más apartada de la carretera.
En las inmediaciones de “la campa” había un grupo de chicas. Iñaki que era el ligón de la cuadrilla se acercó a ellas con un vulgar pretexto y, al comprobar que estaban receptivas al “ligue”, llamó a la cuadrilla:
¡Eh! ¡Venid! ¡Que son del 6º curso de San Bartolo!
Se produjo el acercamiento de los dos grupos y comenzaron a charlar, principalmente, de sus respectivos colegios. Joserra se fijó en Asun, la chica que tenía la blusa verde. Sus miradas se cruzaron repetidamente y la química funcionó.
Las chicas eran compañeras de clase de Arantza, una prima de Joserra, por lo que aquella misma noche éste habló con ella, quien accedió a ponerle una cita con Asun para el día siguiente en “la campa”.
Joserra llegó al lugar de la cita y se sentó junto al llamado “árbol del columpio”, pues desde allí se observaba el acceso a la campa.
¿Y si Asun no viene? Se preguntaba nervioso.
Oyó un pequeño sonido. Levantó la vista y observó a lo lejos la blusa verde.
¡Era Asun! Venía despacio, sonriendo. Le saludó con una mano mientras que con la otra sujetaba sus sandalias. Se las había quitado para no manchárselas con la hierba.
Los pasos de Asun eran como los de un vals. Caminaba bailando, pausadamente, como si fuese de puntillas sobre las teclas de un piano y provocando una dulce melodía. Las mariposas revoloteaban a su alrededor a su mismo compás; las abejas zumbaban en su entorno al ritmo de su respiración; los pájaros trinaban y …. , como colofón, el viento le comenzó a acariciar su cabellera, que se movía cadenciosa por delante de su cara.
Joserra se quitó también las sandalias. Sus pies notaron que la hierba y la tierra ardían llenas de energía positiva. En ese momento explotó en el interior de Joserra una orquesta sinfónica. Notó un fuerte, pero armonioso, estallido de trompetas, trombones, violines... Empezó a caminar al encuentro de Asun.
El espacio que les separaba y el tiempo que tardaron en juntarse fueron eternos. Pero fue una eternidad muy agradable y armoniosa.
***
El viento, en el que se ha convertido la brisa, va esculpiendo la hojarasca, con movimientos acompasados, hasta formar una silueta femenina con larga falda estampada. La mujer se acerca al río y comienza a bailar con su reflejo. Al igual que una pareja bien avenida, sus movimientos parecen ensayados.
De pronto la escena se oscurece y el viento deja de soplar. La dama de las hojas queda quieta, fija, petrificada... Durante unos segundos el reflejo sigue su baile en solitario. Una gota triste y premonitoria resbala por el rostro de la marchita mujer que, rota de dolor, se deshace.
Cuando el viento sopla de nuevo, su aliento es más frío y levanta una a una las hojas, mientras la lluvia como improvisado confeti de fin de fiesta, las empuja al agua.
Ainhoa Maneiro
***
Estaba siendo
arrastrada hacia la pista de baile. Apenas le seguía el ritmo. Supongo que será
la diferencia de altura, pensó.
-Yo no bailo-. Le dijo
tirando un poco de su mano con la esperanza de hacerle cambiar de idea.
- ¿No sabes
bailar?- dijo girándose. Parecía sorprendido.
- Yo no he dicho
eso. Se bailar pero no lo hago a no ser que sea estrictamente necesario. –
respondió con la esperanza de que le valiera de escusa.
- Bueno, ahora
mismo es un buen momento. ¿No te parece?- preguntó. -Estamos en un baile.
La música ya había
empezado. Nunca hubiera pensado que los
bailes de salón atrajeran tanto público. Los vestidos largos de las mujeres y los trajes elegantes de los hombres evocaban
los años 30. Solo algún toque estridente en los peinados o los zapatos te
recordaban que estabas en el año 2015.
El ambiente era
caluroso. Mezcla de calor humano y perfume. Había mucha gente. Tanta que había
que bailar muy juntos. No es que supusiera ningún problema cuando tu pareja de
baile es un hombre elegante y atractivo. Quizás haya merecido haberse visto
arrastrada al baile calzarse unos tacones de aguja.
Sin mediar más palabra la acercó a su cuerpo
puso su mano derecha en la parte baja de su espalda y agarró su mano izquierda.
Notó como el rubor le subía a la cara.
- Hace calor-
susurró. O eso es lo que quiero que creas, pensó. Qué vergüenza, colorada como
una adolescente porque un hombre guapo le haya prestado atención.
Los cuerpos se
balanceaban. Era un buen bailarín, que dirigía sin presionar pero sin dudar. La
hacía girar para separarse de ella para luego volverla a acercar. Seguían el
ritmo de la música con movimientos ligeros a pesar de la multitud.
La música llegó a
su fin.
-Te acompaño con
tus amigas- le dijo agarrándola de la mano.
-Gracias. – le fue
siguiendo detrás sin soltarle. Tal vez vuelva a pasar mucho tiempo hasta que otro
hombre me lleve de su mano pensó tristemente.
- No ha sido tan
duro ¿verdad?- pregunto sabiendo que
ambos habían disfrutado.
- No lo ha sido
gracias.- le regaló un sonrisa sincera. – He disfruta mucho con nuestro baile.
Le cogió de la mano
y suavemente le besó los nudillos. Fue un gesto suave, casi caballeresco.
- Tal vez nos
volvamos a ver- y con ello se giró y se marchó. Allí se quedó admirando la
espalda de aquel caballero que se perdía entre los bailarines. Desconocía su
nombre, así que un nuevo encuentro se le pintaba difícil. Un instante robado en
un baile, un momento para recordar cuando la vida no fuera tan agradable.
Leire Cortaberria
***
Sin saber como, estoy paseando por el parque.
Flores de todos los colores salpican el verde de las plantas
y los árboles,
pájaros, mariposas, insectos y otros seres, parecen celebrar
este momento luminoso, cálido, donde todo germina y mil olores se esparcen.
El sendero me lleva poco a poco a otros espacios, mas
abiertos, mas extensos.
El sol resplandece, el aire se ha vuelto caliente y seco.
Siento que la fuerza y la alegría me invaden, el entorno se
ha convertido en una celebración, una fiesta para vivir intensamente
Y de nuevo el camino me conduce, me lleva a otro paisaje.
De todos los colores, de los verdes intensos se pasa al
amarillo, al naranja, al ocre y al marrón, un cambio de color que impregna de
una belleza singular el parque.
Nunca la belleza ha sido tan serena, sin embargo la
nostalgia recorre cada rincón de mi cuerpo y me desborda el alma.
Sigo avanzando, disminuye la luz, los días son más cortos y
las noches más largas. La brisa de otros
tiempos se ha convertido en viento y hace frío.
Las formas de los árboles, las plantas y el camino se
difuminan bajo una capa blanca.
A mi alrededor, otros seres avanzan -con diferentes pasos-
en la misma dirección donde me lleva el viento.
Estamos rodeando la pequeña colina que conforma el parque y
termina en la puerta, donde la blanca luz
es casi cegadora… distingo sin embargo, las siluetas de otros, que como
yo un día, inician el mismo recorrido.
Begoña Zanguitu
***
MI LUCHA
08 de Noviembre de 2015
"Semana" se llama el campo temporal y espacial donde se libra la batalla entre mi mente y mi cuerpo.
- ¡Debes idear una obra literaria!
- Debo, pero no soy capaz de hacerlo aunque lo quiero.
- ¡Debes escribir una composición!
- Debo, mas todo es demasiado abstracto para mí, necesito algo más concreto, no sé por dónde, ni cómo empezar.
- ¡Debes utilizar la escritura automática!
- Debo, pero es la primera vez que lo hago y no recuerdo la música evocadora para ello.
- ¡Debes plasmar tus pensamientos en una hoja, dejando fluir las mismas por el chorro de tinta de tu pluma.
- Debo, pero no sé dónde está esa pluma.
Al leer el encabezamiento de esta "obra" a más de uno le evocará al maldito, miserable, sádico, sanguinario, bestial, monstruoso,endiablado y más retorcido asesino de masas, que nunca haya existido, mas nada tiene que ver con él, sino que se trata de un inquieto jubilado, que en su pasado las letras deseó mas el destino por otros derroteros diferentes lo llevó.
- ¡Ahora ha llegado el momento de cumplir esos sueños literarios que ensoñaste y no debes poner excusas!
- Sí, debo de ponerme a ello e intentaré hacerlo.
- ¡Debes idear una obra!
- Sí, debo de ponerme a ello e intentaré hacerlo.
- ¡Debes escribir una composición!
- Sí, debo y he empezado a conectar algunas ideas y algo compondré, aunque horas de sueño me cueste.
- ¡Debes utilizar la escritura automática!
- Sí, debo, pero la música se me olvidó, sin embargo algo en mi mente quedó y de tanta repetición e insistencia... algo de tinta de mi pluma acaba de brotar.
- ¡ Debes para el lunes presentar!
- Sí, debo, y pocas horas me restan para una tarea harta difícil para mí.
Por fin, cual si de un alambique se tratara, los vapores de la caldera semanal, tras el enfriamiento y reposo festivo, ha destilado esta pequeña obra literaria que aquí os presento.
Xanti Alberdi
***
Smetana
Josef estaba sentado. Tenía la
pierna izquierda estirada y su pie apoyado
en un tronco, de modo que su tobillo hinchado permanecía a medio metro de
altura de las brasas de una fogata de leña de roble y arbustos de romero, del
que surgía un caliente humo.
A su lado estaba su hermana Mirian quien,
después de frotarle a su hermano el tobillo izquierdo con aceite, cogió una
rama de romero y se la trasladó a Josef para que aspirara su olor.
- Así como el calor del humo de las
brasas penetrará en tu tobillo lastimado por el esguince de ayer y hará
que la hinchazón y el propio esguince
desaparezcan, este olor a romero sanará tu mente evocándote buenos recuerdos.
Josef olió el romero y el aroma
penetró en su interior. Mentalmente imaginó que atravesaba su nariz y se dirigía
por su estómago hasta la punta de sus pies, para a continuación retornar hasta llegar
a su mente, la cual quedaba completamente despejada y tranquila. En esa
situación evocó el olor de casa de Madre cuando ésta cocinaba el conejo confitado
con romero y orégano. Era cada año en septiembre, el día de Santa Sofía, pues en tal fecha acudía a casa Eusebio, el
Abad de Sancta Corona, primo lejano de Madre. El abad degustaba ese plato con
excesivo placer. Ese día, Madre cerraba las ventanas para que el olor a romero
inundase todos los rincones de la casa y no accediese ningún olor del exterior.
Josef observó a su hermana. Pronto cumpliría
40 años, dos menos que él. Su pelo canoso descansaba sobre su amplia frente, la
cual enlazaba con unas pobladas cejas también canosas y unos preciosos ojos verdes. Sonreía también al
evocar a Madre.
Enfrente de ambos fluía el río
Moldava. Después de haber discurrido a
gran velocidad, se relajaba en un gran remanso con forma de anfiteatro. Josef dirigió
su mirada al agua del remanso de color azul turquesa.
- Siempre me ha maravillado cómo cambia
de color este río. Ahora con el sol en su apogeo tiene un color azul; en otras
ocasiones lo detenta cobrizo, y en otras verde esmeralda. El abad Eusebio
enseña que es la mano de Dios, nuestro Señor, la que hace que afluyan diversos
colores en el mismo río.
- Mi hijo Gustav, corrigió Mirian, sin
embargo, ha aprendido en la Universidad de Ceske que hay motivos científicos,
que no religiosos, para conocer ese cambio de color. El color cobrizo deviene cuando aumentan los posos de arcilla que arrastra
el rio. El color verde esmeralda lo producen algunas algas del fondo del
remanso. El azul turquesa es efecto del sol, cuando es mediodía.
- Muchas veces, precisó Josef,
cuando tiene color azul, contemplo intensamente el fondo del río, percibo que
su espíritu me atrapa y siento que soy parte
de él. Noto ser poderoso como el río, estar lleno de vida, sin impedimentos
para existir enteramente libre.
Tardó unos segundos en añadir:
-¿Cómo le van a Gustav los estudios de Ciencia Física en
la Universidad de Ceske?
-Los estudios bien. Los acabará
dentro de dos años, a mediados de siglo, en 1850. Pero estoy preocupada porque
es excesivamente impulsivo. Hace dos semanas acudió al concierto que ofreció en
el Teatro de Bohemia el músico Smetana, en el que presentaba su melodía del “Rio
Moldava”, nuestro río. Fueron tan impresionantes los vítores y aplausos que
recibió Smetana al finalizar el concierto, que tuvo que salir, nuevamente, al
escenario desde el que dirigió unas palabras al público explicando que el río
Moldava es el río de la vida. Se expresó en bohemio para disgusto de las
autoridades imperiales que, odiando nuestro idioma, sufrieron el discurso desde
los palcos presidenciales. Smetana terminó enfatizando que su río es el
Moldava, su idioma el bohemio y que Bohemia es su única nación. Fue ovacionado durante largos minutos por un
público puesto en pie y enfervorizado. A la salida del Teatro, varios intelectuales
se dirigieron al público para exigir que Bohemia fuese reconocida como una
nación libre. Gustav también habló para señalar que los estudiantes querían una
Bohemia libre del Imperio. Al poco llegó la policía imperial y disolvió y
golpeó a los allí concentrados.
Josef volvió a oler el romero.
- ¡La música de Smetana es como el
olor del romero. Penetra en nuestras entrañas y nos evoca los tiempos en que
Bohemia era libre sin policía ni ejército
imperial! ¡Los intelectuales y las
gentes de Bohemia podemos ser de ideas o colores diferentes, pero todos somos un
mismo río, todos somos la misma nación bohemia! ¡Hemos de hacer como Madre: Cerrar
las puertas y ventanas de nuestra patria para evocar nuestras canciones, nuestros
bailes, nuestro idioma, sin que nadie de fuera nos imponga los suyos!
Nace el río libre en la sierra
Sierra, nacimiento, nido
Fluye del nido al mar
¡Moldava, libertad!
Río libre
De la montaña al mar crece
¡Agua, caudal, cauce!
Libre
Vida y fecundidad
¡Moldava, fertilidad!
Ensancha su cauce.
Crece su lecho y caudal
¡Moldava, inmortal!
Nunca el rio muere
Ni en su llegada al mar
Pues el nuevo nido a surgir comienza
Hay un nuevo iniciar
¡Moldava, libertad!
Manu
Barrenetxea
11.11.2015
***
***
Baile
de disfraces
A medida que la hora se acercaba, el patio de
carruajes del gran palacio de Catalina, se fue llenando con los ruidos propios
de aquel lugar en fechas tan señaladas como la de aquel día. Caballos,
carrozas, cocheros e invitados formaban parte de la fauna que se aglomeraba en
la entrada. Poco a poco los invitados iban entrando en la enorme edificación, a
la vez que sus criados se marchaban con los carruajes. Dentro, no les esperaba
otra cosa que unas imponentes salas con altos techos, columnas repartidas por
aquí y por allí, cuadros de distintos tamaños colgados en las paredes de color
crema y el aroma de la comida recién hecha.
Si alguien hubiese pensado que el banquete
nocturno iba a ser aburrido, estaría completamente confundido. Pues al poco de
terminar con la carne, y tras un rico y rápido postre frio, los sirvientes del
zar Nicolás II, retiraron la mayoría de las mesas y apartaron unas pocas de
ellas hacia las paredes del gran salón, que sin que nadie se diese cuenta, este
se convirtió en una gran pista de baile. En una de las esquinas apareció un
grupo de músicos que portaban instrumentos de cuerda, de aire y alguno de
percusión. Aun con el asombro en sus cuerpos, todo el mundo miraba expectante hasta
de que de pronto las primeras notas musicales comenzaron a fluir por toda la
sala. Todo el mundo se relajó y comenzó a disfrutar de la palpitante y
armoniosa melodía.
Antes que ninguno de los invitados, como
buenos anfitriones, el zar y su esposa, caminaron de la mano hasta el centro de
la sala, bajo la mirada de todo el mundo. Allí, se pusieron uno frente al otro
y tras una reverencia del rey, se agarrón de la mano y de la cintura e
iniciaron unos acompasados movimientos que se ajustaban perfectamente a las
notas de los concertistas.
Sin prisa, pero tampoco sin pausa, los
asistentes empezaron a unirse a los monarcas en un rítmico y ordenado baile en
el que todos parecían un solo ente. Pero no a todo el mundo le gustaba bailar.
Pues entre la gente, una chica joven corría esquivando a hombres y mujeres
nobles y mayordomos con tal de no ser atrapada, ya que la adolescente damisela
era perseguida por un pícaro zagal.
Y no fue hasta que la muchacha se vio
acorralada entre una pared y el mozo, que no detuvo su carrera y se giró hacia
este. Aun así, mientras él avanzaba, ella retrocedía de espaldas. Finalmente la
espalda de la tierna chica quedó apoyada en la pared y no pudo ver, más que con
alta impaciencia como su captor recortaba la distancia que los separaba. Sus
firmes brazos se apoyaron en la misma tapia que la retenía a ella, y ambos se
prepararon para disfrutar del que sería su primer beso.
Inexperto como era el joven lozano, al igual
que su traviesa amante, cerró los ojos en pos de deleitarse con el ansiado roce
de sus labios. Fue en aquella misma milésima de segundo, entre la que él cerro
los ojos y esperaba encontrar el mayor tesoro que un hombre podía poseer, que
la astuta y granuja doncella se escabulló de entre sus brazos y volvió a
desaparecer entre el gentío.
Desesperado pero optimista, el chico sonrió
con la motivación de quien percibe que su objetivo está cerca y sabe que de un
momento a otro lo alcanzará y se lanzó de nuevo a la “caza” de su deseada
diosa.
Garikoitz
***
(EL MOLDAVA – EL RIO)
Desde
las cimas de las montañas se precipita con sus aguas blancas por el estrecho
recorrido; baja saltando cantarin y avanza con fuerza entre los árboles,
tropezando con el fondo pedregoso hasta que poco a poco llega a los valles
verdes y su alma se ensancha; descubre al pasar paisajes tranquilos y va observando a los seres que los habitan.
Sigue adelante, siempre adelante,
mirando los nuevos lugares y a sus
gentes; a veces se detiene curioso y a veces indeciso, todo es nuevo; él mismo
nota que ha cambiado está más sosegado pero a la vez inquieto porque no sabe
cual va a ser el final de su camino.
De pronto un puente con varios ojos le produce
inquietud; sus temores desaparecen y su cauce se divide al pasar entre los pilares
que le acarician.
Se acostumbra a las ciudades a las
gentes y a todos los sonidos tan diferentes.... Sus aguas han ido recibiendo
las aguas de otros ríos y su pasar se va volviendo lento y pesado a la vez.
Será el final? -Si. Se acomoda en el lecho del hermano mayor y quedamente
llegan los dos hasta acabar...el mar los recibe, por esta, vez en calma.
Matilde Mendia
***
Sugoi Martin
“No llores más, tonta. ¡Para de llorar!
Querida... amor... colibrí mío... ¿acaso no ves que no merece la pena? Él se fue hace tanto tiempo... Fíjate que aún Berlín estaba dividido en cuatro cual parchís. Y podías hacerte de oro vendiendo carbón. Tú eras todo primavera, aunque sólo habías conocido invierno.
Es cierto, os conocisteis de una forma singular. Él huía de tres matones. Tú ibas de rojo. Era el único modo de que los jóvenes yankis del punto de control no te bombardearan a preguntas e insinuaciones... al menos, no de las que te incomodaban.
Y aún así, aquella vez todo se torció y si no llega a ser por él, todavía estarías en un calabozo de Kreuzberg.
Es verdad, vuestro encuentro estuvo precedido de tantas casualidades que parecían no serlo. Si él no se hubiese encontrado con el trío de esbirros de Antonov cuando intentaba entrar en Berlín Oriental, no habría vuelto a la zona americana. Si tu tacón no se hubiese roto, no habrías llamado la atención de aquel grupo de la RAF. La pelea ni siquiera hubiese tenido lugar, por lo que no habrías perdido los salvoconductos ni hubieras entrado en el Paradise de Madame Christelle.
Sin embargo, tal y como pareció urdirse una enrevesada trama para uniros, no es menos cierto que después, el universo conspiró para separaros. O todo fue fruto de la casualidad, o la providencia cambió de idea a mitad de camino.
No merece la pena pensar en ello.
Así que, ¡venga! Sécate las lágrimas, límpiate las mejillas y a la calle.
Eso es. Así. Mucho mejor. Por muchos años que pasen, fíjate... ¡qué hermosa eres!”
Olga se admiró en el espejo un instante. Satisfecha, se bajó el velo negro, tomó el ramo de rosas blancas, rojas y azules, e inició por quincuagésimo primera vez aquel paseo que había estrenado hacía 51 años.
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