sábado, 19 de febrero de 2011

CNT1011.03: Reescritura

CNTO1011.V.03.Xana
Estilo indirecto. Cuento sensual
Anochece, la luz se apaga con sigilo
y el cielo cambia de color
tiñéndose de un azul intenso, casi eléctrico,

como la capa que un mago desplegara
se extiende ante nuestros ojos
haciendo desaparecer casas y cosas,
lo ocupa todo, envolviéndonos con su magia.

El anochecer dura muy poco, apenas el tiempo de un suspiro
pero los ojos ya se han llenado de azul,
y el aire que llena los pulmones también es azul
como el pulso y el calor del cuerpo.

Cae la noche y sin remedio,
el azul intenso casi eléctrico
se ha convertido en negro que lo devora todo,
al tiempo que,
como una ogresa buena
la noche nos arropa suavemente
mientras asoma el sueño.



CNT1011.V.03.MELGA.01

Su presencia en el palco no pasó inadvertida. La música le transformó, adoptando un aire angelical, inundando su corazón de bellos recuerdos, o ¿serían sueños u otras realidades?...

Las notas musicales cobraron vida, deslizándose de la partitura y calando en su corazón, haciéndole vibrar con más fuerza, despertando en ella el recuerdo de la lluvia golpeando en los cristales, una desapacible tarde invernal, mientras ella intentaba vislumbrar a través de la cortina de agua, una señal inconfundible que le confirmase que algo maravilloso estaba a punto de ocurrir…

Las notas musicales siguieron jugando en su recuerdo y la depositaron en un elegante salón, bailando con la persona soñada, se miraban, sonreían, él le cuchicheaba algo al oído y ella se ruborizaba, ambos hubiesen querido detener el tiempo…

La música le iba llevando de un lugar a otro, hasta que caprichosamente, eligió un prado verde con flores multicolores, donde soñar, correteando detrás de unas mariposas de bellos colores que revoloteando anunciaban la primavera. Cayó exhausta sobre esa maravillosa alfombra contemplando el cielo azul. A su alrededor, los árboles movían sus hojas, acariciándola con su suave brisa, trayéndole un sinfín de olores que invadían sus sentidos…

Ella cerró los ojos, respiró profundamente para fundirse con la naturaleza, sentía la perfección, la armonía, la belleza…

CNT1011.V.03.MELGA.02
Su presencia en el palco no pasó inadvertida. La música la (le) transformó, dándole (adoptando) un aire angelical (,) e inundando su corazón de bellos recuerdos, (o) ¿serían sueños u otras realidades?...

Las notas musicales cobraron vida, deslizándose de la partitura y calando en su corazón, haciéndole vibrar con más fuerza, despertando en ella el recuerdo de la lluvia golpeando en los cristales, una desapacible tarde invernal, mientras ella intentaba vislumbrar a través de la cortina de agua, una señal inconfundible que le confirmase que algo maravilloso estaba a punto de ocurrir…

Las notas musicales siguieron jugando en su recuerdo y la depositaron en un elegante salón, bailando con la persona soñada, se miraban, sonreían, él le cuchicheaba algo al oído y ella se ruborizaba, ambos hubiesen querido detener el tiempo…

La música le iba llevando de un lugar a otro, hasta que caprichosamente, eligió un prado verde con flores multicolores, donde soñar, correteando detrás de unas mariposas de bellos colores que revoloteando anunciaban la primavera. Cayó exhausta sobre esa maravillosa alfombra contemplando el cielo azul. A su alrededor, los árboles movían sus hojas, acariciándola con su suave brisa, trayéndole un sinfín de olores que invadían sus sentidos…

Ella cerró los ojos, respiró profundamente para fundirse con la naturaleza, sentía la perfección, la armonía, la belleza…


CNT1011.V.03.Pedro.01
GOYO Y EL PHOTOSHOP

Goyo es un joven de 30 años, trabaja de informático en su casa. Ansioso de ampliar su círculo social, asiste como alumno a un curso de cocina para neófitos, oficiado por un reputado cocinero vasco, el cual tiene una duración de seis meses, y en ella conoce a sus nuevos compañeros.

Un mes después los alumnos celebran una cena, en la que gracias al vino y al buen ambiente Goyo guarda muy buen recuerdo, además de una foto con otros tres compañeros, dos chicas y un chico con los que mantuvo mayor contacto durante toda la velada. Igualmente deciden los cuatro formar un subgrupo de trabajo siguiendo las indicaciones de su profesor.

Goyo mantiene la foto de sus compañeros pegada en una esquina de la pantalla de su ordenador.

Un par de clases más tarde Goyo discute con una de las chicas de la foto sobre la inclusión de la albahaca en la deconstrucción de la paella y no llegan a ningún acuerdo.

En la siguiente clase la chica no aparece.

En la foto del ordenador de Goyo la chica ya no está.

Su grupo recibe una mención honorífica gracias a la susodicha paella.

Un mes después Goyo le reclama por tercera vez al chico de la foto un libro que le prestó, éste le responde que debido a un traslado no puede encontrarlo pero que ya aparecerá.

En la foto del ordenador de Goyo el chico tampoco está.

Días más tarde el excelso cocinero pregunta por los dos alumnos ausentes del grupo de Goyo, nadie sabe nada salvo que sus móviles están apagados o fuera de cobertura. Al mismo tiempo felicita a los dos componentes restantes por su magnífica creación de la tempura de jabalí sobre lecho de ortigas.

A la salida de una de las últimas clases Goyo invita a la chica superviviente de la foto a cenar, ella se excusa dándole unas explicaciones bastante inverosímiles.

En la última clase, el gran cocinero felicita a sus alumnos por el trabajo realizado, deseándoles los mayores éxitos en su nueva labor y haciendo un aparte se dirige a Goyo preguntándole sobre el paradero de sus excompañeros, Goyo con mirada inocente le contesta que esté tranquilo ya que él no estaba en la foto, pero que le encantaría apuntarse en el próximo curso.

CNT1011.V.03.Wendy.01
Tic-tac…, tic-tac…, hace mi corazón, mientras uno de mis brazos con mi mano indica la hora, otro indica los minutos y otro los segundos.
Desde las 9 de la mañana entra continuamente gente en la oficina, hasta las 5 de la tarde que salen todos, y nos quedamos mis amigas las plantas y yo, cantamos y reímos y lo pasamos bien!
A una de mis amigas, “potto” le pasa algo, estamos preocupados por ella, debe estar enferma, pierde brillo día a día y está cabizbaja.
Un día, a una de la empleadas se le cayó la maceta donde vive “potto”, y descubrimos lo que le pasaba.
De pronto salió un ser verde alargadito de la raíz de “potto”, con ojitos saltones y se presentó como Wendy.
Disfrutabamos mucho con ella, ¡era tan graciosa!!, bailaba sin parar con sus cien pies!!... Cada vez crecía más, hasta que poco a poco dejó de moverse tanto. Nos dimos cuenta de que su cuerpo cada vez estaba más envuelto con hilos blancos finos de seda y permaneció inmóvil días y días.
No sabíamos que le ocurría, pero nos decía que tenía dolor.
Hasta que un día salió de su traje de seda, cantando y féliz.
Vimos que sus patitas habían desaparecido y le habían salido dos alas preciosas de color naranja con destellos de color plata y violeta.
¡¡Wendy estaba realmente espectacular!! ¡¡Era preciosa!!
De pronto, aleteó sus alas y se elevó del suelo, ¡podía volar!
Estaba tan feliz de sus cambio … salió por una de las ventanas abiertas y descubrió el cielo azul y el calor y la luz de los rayos del sol!!!

CNT1011.L.03.IÑAKI.01
HÉROE DE CARTÓN


Si hubieras levantado la vista del libro, te habrías dado cuenta de que era yo la mujer que estaba a tu lado, tumbada en la arena, la que observaba de reojo ese aire de despistado que siempre te ha sentado tan bien.
Era yo la misma que se ruborizaba antaño, cuando te veía de lejos al bajar la cuesta de Montpellier. La misma que te seguía en silencio cuando nadabas en la playa, embutido en aquel flotador que te hizo tu padre, con una cámara de su viejo seiscientos acribillada a parches. Tus amigos se reían, pero tú eras mi héroe. Un héroe con alma de cartón y pies de pato.
Era yo esa mujer mayor a la que apenas has dirigido una fría mirada de soslayo, la misma que agachaba la cabeza cada vez que se cruzaba contigo en el portal o la que seguía tus torpes braceos cuando te apuntaste a aquel cursillo para adultos que organizó el Club Tintín.
He querido mirarte con disimulo mientras jugaba con mi nieto y comprobar si aún conservas aquella rizada mariposa en tu pecho. Pero sólo he podido distinguir malamente una mancha borrosa, al trasluz de estas cataratas que me traen mártir. Quizás haya sido mejor así. Al menos me he evitado descubrir la huella que el paso del tiempo ha dejado en tu cuerpo.

CNT1011.L.03.Pott.01
TRAZOS DE UNA CANCIÓN

Suenan las primeras notas mientras los observo. Ella firme y serena, él indeciso y tímido, apenas se atreve a mirarla. Su turbación atrae la mirada de ella, que se aproxima. Él apenas puede balbucear unas palabras mientras su corazón se desboca. Aquella diosa frente a él, atenta , devorándole con sus hermosos ojos verdes, y él, tan tímido, no se atreve ni a mirarla, cuando brotan las notas más claras de mi canción. Unos muros vencidos por la ternura, mientras unas miradas cómplices se entrecruzan.

Han pasado las primaveras, las notas de mi canción se repiten cansinamente y al cabo del tiempo los he vuelto a ver. Ella con un aire abatido y el brillo de sus hermosos ojos apagados , él , aquel joven al que en su tiempo y junto a ella le brincaba el corazón , se le aceleraba el pulso y apenas se atrevía a mirarla, ahora ya , ni se ruboriza cuando la mira , ahora…….cuando la mira…….ahora… NO LA PUEDE NI VER.


CNT1011.L.03.TSB.01
MIRADAS2
Tal como le dije al cabo, ese día me encontraba con el rebaño en el pago de Mirabueno, había metido las ovejas en el majuelo de la Plácida, la del molino, porque ya estaba vendimiado y fueron las perras, la Canela y la Lista...
¿Que abrevie?, sí señor juez; digo que fueron las perras las que con sus ladridos me alertaron…
¿La hora?, yo ya había almorzado, pan y una latilla de sardinas, pues serían cerca de las once, así que las silbé y las llamé, pero ellas seguían allí ladrando junto a la encina…
Digo la encina, señor juez, porque es la única que hay encima del majuelo y que está según se mira desde el camino hacia la izquierda, así que pensé a saber qué habrán encontrado y tiré hacia allá y así fue como hallé al Venancio, boca arriba, con una mano agarrando una soga y con otra como queriendo abrirse la camisa y la nariz y la boca cubiertas de una costra de sangre seca y moscas; junto a él estaba su galga…
¿Si lo moví?, no, ¿para qué?, además los muertos, de siempre, me han dado mucho respeto…
Sí, claro que me extrañó encontrar allí al Venancio, porque el Venancio era más de cantina que de andar por el campo, salvo cuando salía, de higos a brevas, a la liebre. Y para mí, señor juez, que la perra se le había hecho vieja y se la quería quitar de encima, aunque hay que tener mucho cuajo para aguantar la mirada de un perro sabiendo que le vas a matar, tendría usted que ver los ojos de esa galga, tristes y hermosos, color avellana.

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