viernes, 11 de marzo de 2011

Cuentos de Pedro

AVELLANA

En mi casa hay un cesto con nueces que se renuevan constantemente.

Desde hace un tiempo, entre ellas convive una avellana que, por misteriosas razones, nadie toca.

Hoy, con el cascanueces en la mano, he pensado en el sufrimiento que esta pobre avellana habrá tenido desde que está con nosotros, los sudores fríos que debían correr por su interior al sentir una mano implacable que iba escogiendo alguna de sus vecinas, y escuchar después el horrible crujido que se producía al cascarlas… Con el paso del tiempo, sin embargo, la satisfacción de saberse superviviente se habrá tornando en frustración al no saberse nunca escogida.

Así pues, he decidido indultarla. La voy a plantar para que pueda desarrollar su función reproductora. Soy magnánimo, pero para que no se malinterprete como debilidad, hoy me acabaré las nueces del cesto.

ESCRITURA AUTOMÁTICA SOBRE UN MOVIMIENTO DE SHOSTAKOVICH

Réquiem por un sueño.....por algo que ya no se tiene

Recuerdos de lo que no pasó

Esperanza producida por algo inédito

Disfruto de la novedad

La comparto

Pierde gracia el asunto

Descubrimos un factor novedoso

Se acabó lo que se daba

Vuelta a empezar

GOYO Y EL PHOTOSHOP

Goyo es un joven de 30 años que trabaja de informático en su casa.
Ansioso por ampliar su círculo social, asiste como alumno a un curso de cocina para neófitos. El curso, que tiene una duración de seis meses, es oficiado por un reputado cocinero vasco y en él conoce a sus nuevos compañeros.

Un mes después, los alumnos celebran una cena de la que, gracias al vino y al buen ambiente Goyo, guarda muy buen recuerdo, además de una foto con otros tres compañeros, dos chicas y un chico, con los que mantuvo un mayor contacto durante la velada. Siguiendo las indicaciones de su profesor los cuatro deciden formar un subgrupo de trabajo.

Goyo coloca la foto de sus compañeros como salvapantallas.

Un par de clases más tarde Goyo discute con una de las chicas de la foto sobre la inclusión de la albahaca en la deconstrucción de la paella y no llegan a ningún acuerdo.

En la siguiente clase la chica no aparece.

En el salvapantallas de Goyo la chica ya no está.

Su grupo recibe una mención honorífica gracias a la susodicha paella.

Un mes después Goyo le reclama por tercera vez al chico de la foto un libro que le prestó; éste le responde que debido a un traslado no puede encontrarlo pero que ya aparecerá.

En el salvapantallas de Goyo el chico tampoco está.

Días más tarde el excelso cocinero pregunta por los dos alumnos ausentes del grupo de Goyo. Nadie sabe nada salvo que sus móviles están apagados o fuera de cobertura. Al mismo tiempo, felicita a los dos componentes restantes por su magnífica creación de la tempura de jabalí sobre lecho de ortigas.

A la salida de una de las últimas clases Goyo invita a la chica, superviviente de la foto, a cenar. Ella se excusa dándole unas explicaciones bastante inverosímiles.

En la última clase, el gran cocinero felicita a sus alumnos por el trabajo realizado, deseándoles los mayores éxitos en su nueva labor y haciendo un aparte se dirige a Goyo preguntándole sobre el paradero de sus excompañeros, Goyo con mirada inocente le contesta que esté tranquilo ya que él no estaba en la foto, pero que le encantaría apuntarse en el próximo curso.

Torrevieja Confidential

Las musas Calíope y Urania vestidas con sus respectivas túnicas están sentadas en una terraza de una cafetería en Torrevieja, es mediodía, hace calor y frente a ellas el Mediterráneo mece a innumerables bañistas (atestando) que atestaban la playa.
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-Urania.(afable) Te estoy muy agradecida de que hayas venido a pasar unos días con nosotros, necesitaba tu compañía tanto ó más que estas vacaciones
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-Calíope.(sonriendo) La verdad es que no nos veíamos desde hace mucho tiempo, y ya sabes que al ser tú la pequeña siempre te he tenido mucho cariño. Pero, dime ¿Qué te preocupa?. A mí no me puedes ocultar nada.

-Urania. ¡Bueno! Tampoco es tan importante, no sé porqué te he hecho venir…
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-Calíope. ¡Venga! Cuéntale a tu hermanita.

-Urania. (dando un suspiro) Te acuerdas como era al principio, como era la última me tocó la astronomía y la geometría,… todo era muy fácil, ….tres mirando las estrellas y un par haciendo triangulitos, pero ahora me invocan astrónomos, astrofísicos, matemáticos, físicos, incluso economistas y banqueros…

-Calíope. (con aire optimista) Pero esto es bueno, ya me gustaría ser tan solicitada, como sabes ahora estoy en Hollywood y no se rueda una película con tintes épicos desde la época de Cecil B. de Mille, ahora solo se hacen cuatro tonterías con extraterrestres, mucho ordenador y unos muñequitos.

-Urania. (con voz cansada) Pero ya estoy harta de tanto curso de reciclaje, que una ya se va haciendo mayor y cada vez me cuesta más.

-Calíope. (interrumpiéndole) ¿Ya has hablado con el jefe?

-Urania. (indignada) ¿Con Zeus? ¡Pues claro!, pero ni caso,….. está que chochea, se pasa el día contando batallitas y persiguiendo a las ninfas, menos mal que no las pilla porque si no igual hace el ridículo.

-Calíope. (pensativa) Bien, ya sé que somos vírgenes, …..pero en el apartamento había varios jóvenes que te llamaban mamá, ¿Ya has pensado en esos?

-Urania. (con voz cansada) Todos artistas, …….de pequeños no quise influenciarlos, aunque esperaba que alguno siguiera la tradición familiar.

-Calíope.(triunfante) Creo que tengo la solución, la semana que viene tengo que ir al Olimpo, pongo un anuncio solicitando un ayudante, ahora se les llama becarios, están muy preparados y se les paga poco, además les encantan las nuevas tecnologías y así en cuatro días les pasas lo más pesado y tú a disfrutar que no solo se vive de números y estrellitas.

-Urania. (dubitativa ) Pero ….esto ¿Ya se puede hacer?

-Calíope. (riéndose) Es lo que hacen todas, tú te imaginas a Euterpe inspirándole a un melenudo algo de heavy-metal o de bakalao.

-Urania. (sonriendo) Si tú lo dices,….. ¡venga! vamos a celebrarlo ¡Camarero! Ya que no tienen hidromiel, otros dos gin-tonics.

-Camarero (en plan simpático) Marchando dos gin-tonics pa las diosas.


CNT1011.V.05.Pedro.01
Un verano donostiarra

Érase una vez en San Sebastián, en el mes de Agosto , era mediodía y el sol se medio ocultaba entre las nubes, no obstante hacía una temperatura muy agradable.

Asun y Antxón eran un matrimonio de mediana edad que paseaban lentamente en silencio por la orilla de la Concha , vestidos únicamente con un traje de baño y gafas de sol, el agua mansamente les masajeaba los pies.

Cerca del Náutico Asun casi sin darle importancia, preguntó

-Antxón, me he enterado que te has apostado 10.000 euros en las regatas de traineras. No sabía que tuvieras esas aficiones.

Antxón en tono didáctico le contestó.

- La explicación es muy sencilla, verás....., te acordarás de que nuestros mejores amigos los Alkorta se compraron un Audi, nosotros nos compramos uno más grande. Luego lo del apartamento en Torrevieja, nosotros el mismo pero con una habitación más.

Asun intrigada le interrumpió

- Y eso, ¿Qué tiene que ver?

Antxón siguió hablando sin variar el tono

- El otro día tomando un vino con el Alkorta, el tío se apostó 5.000 euros a que ganaba Kaiku y yo me tuve que apostar 10.000 por Orio.

Asun se paró y mirándole orgullosa a Antxón le dijo

- Antxón, de traineras no entiendo, pero nuestra apuesta es la mejor.

COMO HUMO SE VA



“Digan lo que digan, que bonitos son los entierros
con su caballito blanco, con su caballito negro
con su cajita de pino y su muertecito dentro
Digan lo que digan, que bonitos son los entierros”

Ahora no me acuerdo del autor de estos versos, pero siempre me han fascinado.
En principio, todas las despedidas nos parecen que tienen que ser tristes, pero a menudo tienen un componente liberalizador. ¿ Quién no ha dicho alguna vez ? “Ahora empieza una nueva etapa o una nueva vida”.

Os voy a contar un cuento en el que hay una despedida y un final feliz.

Érase una vez un fumador veterano, varias décadas de humo y toses le contemplaban. Nunca había hecho caso a los médicos, los gobiernos y la gente que le apreciaba, todos coincidían en que este vicio era nefasto para su salud.
Nuestro héroe pensaba que tenían razón, pero al mismo tiempo razonaba:
“Es malo, es cierto, pero dónde puedo encontrar un sustituto que me resuelva todos los problemas de mi estado de ánimo, si estoy bajo, fumo y me sube la moral , si estoy eufórico, fumo y me calmo; tanto si estoy descentrado como obsesionado, fumo y encuentro el punto óptimo; me funciona igualmente para quitar o conciliar el sueño”

Los medios de comunicación le proponían múltiples soluciones para desterrar esta nefasta adicción, que oscilaban entre lo científico y lo esotérico, pero ninguna le convencía.

Hasta que un día, estando en una animada discusión en un bar tuvo que interrumpirla, para salir al exterior y encender el cigarrillo que su cuerpo le pedía. Mientras fumaba pensó “ Estoy defendiendo a muerte con esos zopencos que la libertad consiste en la posibilidad de poder elegir, y yo carezco de ella al estar colgado de esta maravillosa droga que es la nicotina”

Así pues, en el sacrosanto nombre de la libertad, dio una profunda calada al cigarrillo, fue como un furioso beso de despedida, lo tiró con fuerza al otro lado de la acera y entró con renovados bríos a defender sus teorías.

No volvió a fumar nunca más, está algo desequilibrado, pero orgulloso de su decisión como un moderno Guzmán el Bueno.

Ensaladilla de cuentos

Una tarde de verano Casilda que era una ratita muy hacendosa, estaba ordenando la casa de su abuelita que estaba enferma y se encontró en el fondo de un cajón una moneda de oro, que la guardó rápidamente en su bolsillito.

En un centro comercial próximo se compró un lacito rosa y se lo colocó en su cabeza. Estaba tan guapa que todos los animalitos del bosque la querían como esposa.

Casilda ante este éxito inesperado, sin pensarlo mucho eligió como finalistas a la liebre y a la tortuga, que eran los que tenían un tamaño más próximo al suyo. No obstante, les permitió escoger la competición para decidir al ganador.
La liebre que era más rápida mentalmente propuso una carrera pedestre a través del bosque, la tortuga más lenta a todos los niveles se tuvo que callar.

La expectación era enorme, incluso llegaron animalitos de otros bosques cercanos, los apostadores se inclinaban claramente por la liebre.

Y empezó la carrera, la liebre partió a toda velocidad entre los vítores de sus apostantes, mientras la tortuga inició el recorrido con su paso lento pero constante.

Al poco rato, la liebre pasó por delante de un Bingo y viendo que su ventaja era enorme, se dijo “Hoy es mi día de suerte, no solo me voy a casar con la ratita sino que además el hada de los cartones me tocará con su varita mágica”.

Así pues, mientras nuestra liebre peleaba con la suerte, a veces esquiva y otras favorable, la tortuguita siguió avanzando a su ritmo hasta llegar la primera a la meta entre la sorpresa y las aclamaciones del público.

La ratita sorprendida por este inesperado resultado, ya que en el fondo prefería a la liebre porque era más suavecita, y como no podía defraudar a los reunidos, se resignó a aparearse con la tortuga. Entonces dignamente besó al vencedor y ¡Oh sorpresa! Este se convirtió en un guapísimo príncipe azul con todos los ropajes y plumeros dignos de su alcurnia.

Al principio la ratita se quedó paralizada, pero su siguiente reacción fue huir chillando despavorida, así como hicieron los demás animalitos. El pobre príncipe se quedó solo en medio del bosque y algo confuso lo abandonó, yéndose a refugiar en el vino de una posada cercana.

Y os preguntaréis ¿Qué se hizo de la liebre? Pues salió muy contenta del Bingo ya que había ganado muchas moneditas, y cuando le contaron lo que había pasado, exclamó “ La verdad, la ratita no era mi tipo”

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